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03 Nov 2021

De una cárcel rusa a Estrasburgo: Oleg Sentsov y su visión de la UE

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Sakharov Prize Laureate 2018

Oleg Sentsov —cineasta, escritor y activista ucraniano— estuvo en el Evento Europeo de la Juventud (EYE2021). Durante su coloquio con los jóvenes, habló del tiempo pasado en prisión, de la agresión rusa y de la tortura, pero también de la noción de sacrificio, de esperanza y del privilegio de formar parte de la Unión Europea.

En un auditorio muy iluminado del Parlamento Europeo en Estrasburgo, Oleg Sentsov se dirige a decenas de jóvenes europeos. Algunos reconocen que nunca han oído hablar de él; pero, pregunta tras pregunta, dejan claro cuánto les ha llegado e impresionado la historia de Oleg.

 

 

La tranquila atmósfera de Estrasburgo contrasta de forma brutal con la mayor parte de la vida de Oleg. Director de cine — debutó con el largometraje Gamer—  se unió en 2013 al movimiento Euromaidán, una oleada de manifestaciones proeuropeas que tuvo lugar en Ucrania. Era algo muy arriesgado. Podrían haberlo matado, recalca. De hecho, muchos otros activistas crimeos han desaparecido.

En 2014 fue detenido por los servicios secretos rusos y condenado a veinte años de prisión acusado de terrorismo, en un juicio ampliamente contestado. En prisión inició una protesta por la mejora de sus derechos y de los demás presos, y perdió treinta kilos durante una larga huelga de hambre. Pese a todo, consiguió codirigir desde prisión una nueva película, Numbers. En la película, una sociedad distópica en la que los ciudadanos no tienen nombre sino números se ve perturbada cuando un niño recibe un nombre de verdad. A Oleg no le gusta dar respuestas claras —la función del director, afirma, es más bien plantear interrogantes—, pero quizás podemos ver en esta película una parábola de la importancia de los jóvenes a la hora de recomponer sistemas deteriorados.

Oleg recibió el Premio Sájarov en 2018 por los años que pasó luchando en favor de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión. Fue puesto en libertad ese mismo año. Desde entonces ha estrenado otra película, pero está lejos de olvidar su pasado.

 

 

«Es imposible imaginar la vida en una prisión rusa aquí sentado en Estrasburgo», dice a su público. Este es el gran mensaje que Oleg transmite a los jóvenes durante el acto: vivir en la Unión es un privilegio. Vivir en un espacio sin fronteras, en el que podemos elegir democráticamente a nuestros líderes políticos y expresarnos libremente sin temor a ser detenidos y torturados, es un privilegio. Desde la paz de Estrasburgo, es fácil olvidarlo. Compartiendo su historia y dialogando con jóvenes europeos, Oleg se asegura de que no sea el caso.

Subraya que este momento privilegiado de la historia no debe considerarse como algo definitivo. Europa no debe olvidar que este privilegio se ganó a costa de mucho sufrimiento, y que su historia no está nunca acabada. Los privilegios de la vida en Europa corren hoy el peligro de verse erosionados por Rusia. «No se puede negociar con un cocodrilo», dice. Putin es un problema para los valores de Europa y para la libertad de sus vecinos.

Oleg sostiene que Europa debe defender sus propias libertades, y que la UE debe esforzarse por ayudar a otros a alcanzar su nivel. Presenta a la Unión como una luz en una colina, un ejemplo al que han de aspirar todos los países del mundo para poder crear un mundo más pacífico y democrático.

Oleg reserva un papel especialmente importante a los jóvenes. Los ve como los constructores del futuro de la UE y del mundo. Solo si están abiertos al cambio y dispuestos a aprender de las vidas y las luchas de sus predecesores, los jóvenes podrán hacer de Europa y del mundo un lugar mejor. A juzgar por las preguntas planteadas en Estrasburgo y el entusiasmo con el que la juventud se empapó de sus palabras, su pasión es compartida.